30 de enero de 2012
En primer lugar, quiero hacer un reconocimiento, a todas las personas, mujeres y hombres, que trabajan desde su trinchera, en la promoción de una vida sin violencia y de mayor igualdad entre los géneros.
De manera muy especial, a mis amigas de la “Red de Mujeres Periodistas de Matamoros” mujeres comprometidas, que dedican sus esfuerzos a la construcción de una mejor convivencia comunitaria, fincada en el respeto y la tolerancia, a través de su organización. Enhorabuena.
No hay nada más indignante, que el abuso cometido por quienes valiéndose de la fuerza irracional, maltratan, amenazan y en el peor de los casos, provocan el fallecimiento de sus víctimas.
No es posible que en el umbral del siglo XXI continúen las prácticas anti sociales en contra de las mujeres.
Nuestra sociedad debe levantar la voz y condenar de manera enérgica, todo acto de violencia que lacere la dignidad de cualquier persona, no importando su condición de género, social o económica.
Nuestro rechazo tajante, a toda acción violenta ejercida en contra de las mujeres.
Con violencia no hay paz, sin paz no hay armonía y sin armonía no hay progreso posible ni razonable.
Queremos un México, donde la igualdad de género sea efectiva en todos los terrenos.
Pero si no sumamos esfuerzos, para cambiar las situaciones que nos indignan y transformar las palabras en acciones, todo quedará reducido a efemérides.
Es mucho lo que hay que hacer para asumir con toda seriedad, la encomienda de velar por el respeto a los derechos humanos y de garantizar una vida libre de violencia para las mujeres.
Los tres niveles de gobierno en coordinación con la sociedad civil, deben de fortalecer los Programas orientados a la atención a víctimas de violencia, con el propósito de prevenir, atender, sancionar y erradicar la incidencia de este flagelo que hiere, mutila y destruye la dignidad de nuestros semejantes.
Queremos un México que ofrezca las garantías y la confianza, para que se pierda el miedo y demos paso a la cultura de la denuncia.
Debemos evitar al máximo las conductas antisociales desde edades tempranas, poniendo especial cuidado en la educación y formación de los niños y jóvenes, debemos enseñarles con el buen ejemplo, inculcarles los valores de la tolerancia, el respeto, el diálogo y el amor por la vida.
Matamoros, es tierra de mujeres ejemplares que se han destacado en la política y en la vida económica y social; y que han dado muestra de que la capacidad, el talento y la inteligencia no son propios de un solo género.
Por supuesto, también tenemos a las mujeres anónimas, que diariamente se abren paso en sus centros de trabajo, en las fábricas, en el campo y en los hogares, aportando lo mejor de sí, a la productividad y al cuidado de la familia.
Las mujeres son parte importante de nuestro desarrollo y la sociedad desea el acceso efectivo a la justicia, la atención integral de las víctimas y la prevención de conductas que erosionen la sana convivencia.
Unidos busquemos soluciones, por un México y un Matamoros sin violencia, donde convivamos en paz y buscando un progreso real para todos.
Pero mientras todo esto sucede, me despido recordando estos versos maravillosos, que nos hacen reconocer a la mujer por sus virtudes, por sus aspiraciones y por el deseo de ser reconocidas y respetadas como los que son: seres únicos, benditos y ejemplares.
“Hoy voy a cambiar
revisar bien mis maletas
y sacar mis sentimientos
y resentimientos todos…
hacer limpieza al armario
borrar rencores de antaño
y angustias que hubo en mi mente
para no sufrir
por cosas tan pequeñitas”…