lunes, 30 de noviembre de 2009

Concluye tercer encuentro de la RIPVG. Acuerda plenaria como sede Marruecos, en 2011.


Por Blanca Isela Martínez/ Enviada Especial.
Bogotá, Colombia.- Llegó a su fin el tercer encuentro de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género, con la designación de Casablanca, Marruecos, como sede de la siguiente reunión en 2011.
“Capaces de imaginar un mundo libre de violencia donde mujeres y hombres compartamos la vida, los derechos, los recursos, los sueños y también las incertidumbres, la esperanza; capaces de construir un imaginario colectivo rico en dignidades y libre de sumisiones y abusos… Periodistas de 17 países de cuatro continentes dejaron sus salas de redacción, sus calles y campos de batalla para anunciar al resto de colegas en el mundo que necesitamos abandonar la mirada sesgada y excluyente; cambiar nuestras rutinas profesionales para escuchar más, ver mejor y comprender la complejidad y diversidad del momento histórico que nos ha tocado testimoniar; que exigimos ver a las mujeres, que no las excluyamos de nuestros relatos, que nos decidamos a vivir nuestra profesión con el riesgo que supone aventurarse por nuevos caminos, por rutas aún no transitadas, sin antiguas brújulas que solo marcaban el norte del poder”.
Tales citas se hallan en el inicio del manifiesto firmado como resultado de los tres días de trabajo de esta jornada a favor del posicionamiento de la figura femenina en los contenidos informativos.
“Proponemos subrayar con trazo grueso en nuestras agendas que no podemos admitir la reacción patriarcal que nos empuja a la pérdida de derechos ya conseguidos, recuerden que la historia no es lineal y frente a los avances de los derechos de las mujeres hay tentaciones de retrocesos. Que destaquemos en mayúsculas la lucha contra la violencia de género, el feminicidio, la trata de seres humanos con fines de explotación sexual y los abusos contra las mujeres en conflictos armados. Que la impunidad falsea nuestras democracias, mina nuestras sociedades e introduce la semilla de la violencia que dará su peor fruto: la imposibilidad de la paz”.
“Exigimos vigilar el cumplimiento de las leyes, denunciar las violaciones de los derechos humanos de las mujeres, controlar el comportamiento de los gobiernos y que seamos autoexigentes con nuestros propios medios, que no descuidemos nuestro lenguaje, que no lo dejemos envejecer sin incorporar los nuevos usos que las mujeres le dan, que lo reinventemos porque en él entramos todas, que no descuidemos nuestros valores, nuestras responsabilidades”, dice.
El documento concluye con un exhorto a que nadie descanse hasta conseguir que la profesión periodística sea cómplice apasionada de la libertad y la paz.

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