miércoles, 13 de octubre de 2010

La devastación los orilla a migrar a la frontera


Familia Oaxaqueña deja atras la tragedia para empezar de cero


Por Samara Del Toro


Una oportunidad, eso es lo que buscan en Matamoros Edith y Martin una pareja de oaxaqueños que junto a su hija Arely de un año y David de 3, tuvieron que emigrar de su estado natal ante la devastación que afecta al sureste del país y que ha dejado a miles de mexicanos y mexicanas en la absoluta pobreza patrimonial, tal es el caso de esta familia que enfrento la pérdida de su vivienda y pertenencias a causa de los daños provocados por la onda tropical Frank a finales del mes de agosto

La Casa del Migrante San Juan Diego y San Francisco de Asís A.C ubicada en la colonia Ampliación Solidaridad recibió a esta familia que recorrió gran parte del territorio nacional con el fin de llegar a Matamoros, Tamaulipas, para trabajar y sacar adelante a sus hijos, en un trayecto de cinco días donde tuvieron que recurrir al apoyo de personas solidarias para poder llegar a su destino, ya que los limitados recursos con los que salieron de Oaxaca solo les alcanzaron arribar al Estado de México.

Sentado con su bebé en brazos, Martin Hernández de 34 años relata como el desastre los orillo a viajar a esta frontera “El temporal pasado destrozo nuestra casa, la desapareció por completo, así que nos vinimos para acá a buscarle, queremos trabajar aquí y salir adelante nuevamente”, indicó.

Originarios de Zimatlán de Álvarez, municipio de Oaxaca, esta familia es una de las miles de damnificadas del sureste del país el cual está siendo afectado por el exceso de lluvia que ha provocado desbordamiento de ríos e inundaciones que han desaparecido a comunidades enteras como el caso del Barrio de San José, lugar donde residían.

“Allá además de los destrozos que ha hecho el agua nos ha dejado sin empleo, no tenemos la forma de trabajar, no hay trabajo ni en el campo ni en la construcción”, indica Martin.

Agua desaparece sus hogares
“Nosotros vivíamos a 20 metros de una presa llamada la Nopalera, la cual jamás, jamás había tenido agua desde que yo recuerdo, pero esta vez se puso a tope y…”, guarda silencio unos segundos mientras fija la mirada en el rostro de su hija a quien tiene en brazos, “es que es muy triste”, agrega antes de retomar el relato.
“la presa empezó a hacer noria como se dice, no se desbordo, empezó a brotar el agua y absorbió la construcción de mi casa y otras viviendas cercanas”.
Para Edith Cuevas Pérez de 25 años, la experiencia de esa madrugada es algo que dice “no quiere ni recordar”, se había levantado para alimentar a su bebé, cuando noto que había agua en la casa, al salir vieron como el caos se desato en cuestión de minutos.
“Allá la gente se levanta de madrugada a trabajar por eso había personas afuera, vecinos que nos ayudaron a sacar a los niños del agua, de repente vimos como las casas de los alrededores desaparecían”, señala, horas más tarde no quedaría rastro de las viviendas ya que solo se apreciaba una laguna en el área que fuera su hogar.
“Es critica nuestra situación salvamos la vida gracias a Dios con nuestros hijos pero todo lo que habíamos logrado en muchos años se perdió, ya no tenemos nada", lamenta Edith, mientras tanto su hijo David juega en el patio de la Casa del Migrante, siempre vigilado por la mirada de su madre.

Migran ante devastación
Edith y Martin reconocen que no han sido los únicos que han salido de Oaxaca buscando escapar de la destrucción ocasionada por las lluvias y la mala infraestructura hidráulica que ha dejado a millares en la absoluta miseria.
“Muchas familias se fueron con sus parientes a México o a otras áreas de Oaxaca que no están dañadas, desafortunadamente yo no tengo a nadie más que un hermano y también enfrenta una situación muy dura, por eso tomamos la decisión de venirnos para acá para no ser un carga para las personas que más o menos quedaron bien” precisó Martin.
Su meta en esta ciudad es empezar a trabajar y estabilizase, conseguir un cuarto de renta y ponerse a trabajar en la construcción y decoración, pero agrega “puedo trabajar en lo que caiga”.
Una de las dificultades que se les ha presentado fue que a causa del largo trayecto y las condiciones en que viajaron es que el matrimonio enfermo al igual que su bebé de un año, por lo que fueron canalizados al Sistema DIF para que recibieran atención medica.
“Me dieron un poco de medicina para mi niña ya está un poquito mejor aunque no como yo quisiera que estuviera, pero a mi esposo no le pude comprar las inyecciones que le recetaron”, indica Edith, quien agrega “me siento mal porque no tenemos nada nos quedamos en la ruina, acá nos da temor salir con los niños pero hay que hacerlo”.

Una luz de esperanza
Sin embargo saben que deben salir adelante, ya que desde que inicio su viaje han contado con el apoyo de la gente, salimos de Oaxaca y llegamos al Estado de México, de ahí nos vinimos en escala hasta que en Matehuala nos dieron 200 pesos y con eso pudimos llegar a Matamoros”, menciona Edith.
Ya en la Central de Autobuses de esta ciudad un policía les indico como llegar a la Casa del Migrante ubicada en la colonia Ampliación Solidaridad.
Este refugio temporal no distingue de nacionalidades por lo que recibe a migrantes de nuestro país como del extranjero, llegando a atender hasta 400 personas al mes, según indica Rosa Domínguez Ramos encargada de este centro asistencial donde se les proporciona alimento, ropa y un lugar donde descansar.
“Se les permite estar tres días en el albergue, aunque en casos especiales como cuando los migrantes vienen lastimados de sus pies, enfermos o como el caso de esta familia se accede que se queden mas días”, indicó Rosa Domínguez.
El trabajo de este centro de ayuda es de vital importancia, gracias a su labor las y los migrantes encuentran un poco de paz y descanso en su camino aunque para la mayoría solo es una parada en su sueño de tener una vida mejor, para Martin y Edith es la oportunidad de una vida nueva en una tierra de trabajo donde a pesar de las dificultades aun se respira la esperanza para quienes buscan un futuro mejor.

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