Denuncia errores en la integración de la averiguación previa que provoca que el presunto delincuente este libre
Por Ruth Salazar y Samara Del Toro
"Cuando entre en la habitación de mi hija, ella se sobresalto, me pidió que no me enojara y comenzó a llorar", dice Gisela, recordando el momento cuando comenzó el via crucis de dolor que ha representado para ella y su hija sobreponerse al abuso sexual del que fue objeto su niña de 9 años por quien fuera su pareja, y ahora haciendo frente al proceso legal en el cuál la justicia parece no estar siempre del lado de la víctima tal como debería.
Gisela tenía cinco años de conocer a Dante Coronado Hernández, un Contador Publico de 35 años, ambos habían tenido relaciones fallidas, cuando él propuso vivir juntos acepto "era celoso y posesivo pero no vi nada más que mi hiciera sospechar algo malo de él", indica.
Se mudaron a la casa de él, y en los seis meses que vivieron juntos no hubo señales de alarma que la hicieran sospechar lo que estaba sucediendo, sabía que su hija no aceptaba a su pareja pero no imaginaba la razón "me decía que no le gustaba para mí, y al preguntarle por qué me decía que él me trataba mal y me gritaba, y yo lo justificaba", señala bajando la mirada.
Noche de lagrimas
Esa noche eran más de las 12 cuando Gisela decidió irse a dormir su pareja se quedo bebiendo en la sala, una hora más tarde despertó porque escucho la voz de su hija, Dante no estaba a su lado, por lo que se levanto y entró a la habitación de su hija, viéndolo a él de pie subiéndose el cierre de su pantalón.
Ella recuerda la confusión que vivió en esos instantes, se acercó a su hija y la abrazó mientras la niña lloraba profusamente pidiendo perdón, "él se salió del cuarto, cuando vi que ella no tenia ropa de la cintura hacia abajo salí a encararlo, pero él hacia como si nada hubiera pasado y se fue a dormir, regrese con mi hija y esa misma noche salimos de su casa", indica Gisela.
Demoras y errores por parte de la Agente del MP
El día 22 de febrero del 2011 se interpuso la denuncia por Violación Equiparada, conforme a los artículos 273 y 274 del Código Penal de Tamaulipas, ante la Agente del Ministerio Publico Mayra Marcela Ruiz Ortíz, en ese entonces titular de la Agencia Primera Especializada en Violencia Intrafamiliar y Delitos Sexuales, en la cual la menor declaró que Dante Coronado Hernández había entrado al menos unas cinco veces a su habitación en el tiempo que vivieron con él, y después de hacerle tocamientos la obligaba a practicarle sexo oral.
De acuerdo al Artículo 273 y 274 "Comete el delito de violación, el que por medio de la violencia física o moral, tenga cópula con una persona sin la voluntad de ésta.. Para los efectos de este capítulo, se entiende por cópula, la introducción del miembro viril en el cuerpo de la víctima por vía vaginal, anal o bucal, independientemente de su sexo… Se impondrá la misma sanción y se considerará como violación al que introduzca por vía vaginal o anal, cualquier elemento, instrumento o parte del cuerpo distinto al miembro viril, por medio de la violencia física o moral."
La declaración de la menor quedo asentada en el expediente 49-2011, cuenta con el respaldo del dictamen médico del personal de Psicología del Sistema DIF de Matamoros, el cuál es un elemento fundamental en la denuncia ya que el abuso sexual es un delito de realización oculta, es decir que ocurre por lo general sin testigos.
Aunado a esto se cuenta con otro dictamen particular, de quien atiende a la menor a causa del daño psicológico causado, aunque dicho documento no tiene validez legar ya que el documento oficial es el emitido por el DIF, pero es una prueba más que da veracidad a la denuncia.
En un correo electrónico enviado por Dante, el cual Gisela presento como una prueba, se leen frases como estas "no sé qué paso te recuerdo a ti diciendo muchas cosas… estoy dispuesto a no volver a beber alcohol para no hacer nunca tonterías por favor solo dame una oportunidad más, se que estas demasiado enojada ahora… si hice algo mal quiero vivir lo que me quede de vida reparándolo".
Sin embargo el dicho de la niña, sometida a interrogatorios y análisis psicológicos, además de la declaración de la madre no bastaron ya que sin previo aviso la Ministerio Publico Mayra Marcela Ruiz Ortiz, integro el expediente bajo el cargo de impudicias, delito que alcanza fianza, y que de acuerdo al art. 267, señala lo siguiente "Comete el delito de impudicia el que sin consentimiento de una persona sea cual fuere su edad, o con el consentimiento de ésta si es menor de doce años … ejecute en ella o la haga ejecutar, un acto erótico sin el propósito directo e inmediato de llegar a la cópula¨.
Sospecha represalias
La sospecha de que el expediente se haya integrado de esa forma tiene un antecedente, la queja que Gisela interpuso ante la Delegación Regional de la Comisión de los Derechos Humanos en esta ciudad, contra la funcionaria, ya que a los tres meses de presentar la denuncia no se tenían avances en el caso, que como tantos otros permanecen rezagados, imposibilitando que la justicia se realice.
"Después de poner la queja, la funcionaria contestó y negó que hubiera retraso, pero a los pocos días se realizaron más diligencias sin embargo reclasificó el delito por uno menor, sin tomar en cuenta las pruebas que se entregaron", afirma la madre de la pequeña violentada.
En este sentido Sandra Iracheta Escobedo, abogada de Gisela explica que la reclasificación del delito por parte de la servidora pública, se dio sin ningún argumento válido, ya que no se tomaron en cuenta las pruebas aportadas, razón por la que se interpuso una queja ante la Procuraduría General de Justicia en el Estado así como en el Supremo Tribunal de Justicia de Tamaulipas.
Esto también permitió que el presunto agresor solicitara un amparo judicial para evitar pisar la cárcel pero cuando venció el término, Gisela y su abogada solicitaron al juez la orden de aprensión la cual fue librada el pasado 26 de agosto, sin embargo debido a la reclasificación del delito de Violación Equiparada a Impudicias tuvo derecho a salir bajo fianza.
Por lo pronto la abogada de Gisela indica que se buscará la reclasificar nuevamente del delito, esto de la forma en que se presentó inicialmente la denuncia, por Violación equiparada, lo cual se hará frente al Juzgado Tercero de lo Penal mismo que ya tiene el caso.
Afrontan las consecuencias
En cuanto a las repercusiones que ha tenido esto en su vida Gisela señala, que entre otras cosas se enfrento a la incredulidad de la gente, "cuando se lo dije a su ex esposa y su familia ya que tiene sobrinos e hijos nadie me creyó", pero reconoce que lo más difícil a sido afrontar los sentimientos que le genera el daño que sufrió su hija.
"Siento rabia, coraje, tristeza, frustración y sigo preguntando ¿porqué?", dice Gisela, quien poco a poco a dejado de sentir culpabilidad gracias a las horas de terapia que ella también a recibido con objeto de ir asimilando lo que pasó.
Su hija de 9 años, esta recuperándose con terapias psicológicas y mucho afecto por parte de la familia, "antes tenía pesadillas, no dormía bien, y me pedía perdón, porque me decía que él le decía que la amaba pero que no me lo dijera a mí porque no lo entendería, ella piensa que me traiciono aunque no tenga culpa de nada".
La terapia la está ayudando a dejar atrás esa pesadilla que le arrebato parte de su infancia, sin embargo para Gisela esto aún no termina, sigue lidiando con las llamadas, y mensajes del que fuera su pareja, para pedirle que regresen.
Además como madre de familia considera conveniente hacer un llamado a las mujeres que tienen hijas e hijos, y se encuentran divorciadas o son madres solteras para que presten atención al momento de pensar en rehacer su vida con alguna pareja, y estar al pendiente de los menores, y ante alguna sospecha actuar de inmediato.
Hoy por hoy, Gisela no se deja vencer por las adversidades, y saca fuerzas de su familia para continuar esta batalla legal, "solo quiero lo justo, no deseo que ningún otro menor sufra lo mismo que mi hija".