lunes, 7 de marzo de 2016

Entrevista Verónica Salazar Vásquez .


"Todo lo que hago, todo lo que quiero y lo que siento lo pongo en manos de Dios” Vero Salazar Vásquez.
H. Matamoros, Tam.- Ante Verónica Salazar Vásquez nadie queda impasible, su rostro muestra el resultado de su batalla y triunfo por la vida, sabe que su historia ha inspirado e incluso salvado la vida de muchas personas, y eso es motivo suficiente para sentirse orgullosa.
En los últimos años Vero, -como es llamada con afecto-, ha participado activamente en la política y en asociaciones civiles, como ex regidora y recientemente como Directora del Sistema DIF Matamoros, cargo al que renunció para buscar la candidatura a la Presidencia Municipal por el Partido Acciona Nacional. La vida política para ella es algo muy relacionado con el trabajo social el cual ha desempeñado desde adolescente.
Verónica Salazar se muestra alegre al iniciar la entrevista en el Café San Ángel, lugar que desde niña acostumbraba visitar con su familia, lleno de anécdotas que sirven como preámbulo para iniciar la charla donde nos comparte los grandes retos en su vida y las lecciones aprendidas.
Una niñez feliz y en familia          
“Tuve una infancia muy feliz, no sólo con mis padres, hermanos, también con primas y primos, mi mamá era la tía consentidora, la casa estaba siempre llena, era el centro de reunión” recuerda Verónica al remembrar los días en que la diversión de chicos y grandes era jugar en las calles de terracería, y jugar futbol, correr o andar en bicicleta eran momentos memorables.
“Yo disfrute bastante, la colonia –hoy fraccionamiento Victoria- no estaba muy habitado, sólo unas 15 o 18 familias, el día que pavimentaron la calle llorábamos de coraje”, menciona explicando como un momento de gran diversión podía consistir en comprar cajas de pollo frito e ir al Laguito para hacer un día de campo, o simplemente esperar los sábados ir y comprar las cosas para disfrutar de lonches con mortadela y nieve de postre.
“Empecé a trabajar a los 12 años estaba en la escuela secundaria, y mi papá en ese entonces tenía una secretaria, y como era muy celosa un día llegue y la despedí, yo era muy pegada con él, saliendo de la escuela me iba con él a trabajar, y ahí llegaban las personas a pedirle alguna ayuda, yo pensaba que todo eso era parte del trabajo”, señala Vero mientras mueve las manos dando mayor énfasis a sus palabras.
Las peticiones podían ir desde un poco de dinero hasta ayuda en algún trámite como gestionar cupo en una escuela, o el investigar algún asunto con las autoridades, lo cual recuerda divertida, “nunca me dio vergüenza, imagínate una niña hablando por teléfono con el Agente del Ministerio Público para preguntar por el expediente tal”.
Su vida política también inicio desde esos años, cuando leía los discursos que su padre escribía y que prefería que ella leyera en actos donde era invitado por Jorge Cárdenas González, -quien fuera Presidente Municipal de Matamoros por dos ocasiones-.
“Mi abuela era una líder, nadie le decía que no”.
Una figura relevante para la vida de Vero fue su abuela, Rita Rodríguez Pérez, “mi abuelita era un pilar de la familia, nuestra guía, cuando nos ensenaba todos la escuchábamos, y nunca podíamos decirle que no, era la líder”.
Entre los muchos momentos que recuerda de su abuelita, uno era el salir de su casa para ir a la Iglesia, aunque estuviera lloviendo y con lodo en las calles sin pavimentar, e iba pasando por las vecinas para invitarlas a la iglesia, “la gente le decía ahorita voy, ella les decía ándele arréglese mientras les hago de desayunar a sus hijos para que se vayan desayunados, y si le decían que iban después porque tenían que planchar ella les contestaba, mientras usted se cambia yo plancho, y se metía a las casas y planchaba, salíamos 20 de la casa y llegábamos a la Iglesia con 100, tenía mucho poder de convocatoria”.
El espíritu de disciplina y su capacidad de relacionarse con las personas son cosas que Vero reconoce haber heredado de su abuelita, la cual falleció hace tres años.
Momentos de crisis
Uno de los momentos difíciles en la vida de su familia fue la muerte de su madre, en ese entonces Vero tenía 24 años, de ella recuerda mucho su nobleza y su timidez, “mi mama era muy callada e introvertida nunca le gustaba salir en las fotos, siempre ayudaba en las actividades de la escuela o la iglesia pero sin buscar reconocimiento, le daba vergüenza”.
"Este mismo temperamento fue algo que impidió que cuando empezó a tener problemas de salud buscara ayuda médica, fue hasta que la situación se agravo que acudió al doctor, hubo un momento en que tenía muchas cosas, lo cual fue doloroso y complicado para todos”, añade Vero.
"Al final de cuentas nunca le dieron un diagnóstico, fue muy raro, fue un tiempo de incertidumbre la última vez paso una semana internada en el hospital, fue como si Dios nos diera una semana para prepararnos porque ya iba a morir, nos turnábamos para estar en el hospital y sus últimos momentos me toco a mí estar ahí, tengo la imagen aquí, -dice señalando su cabeza-, los últimos minutos que estuve con ella, estaba enojada porque se sentía muy mal se quería quitar los tubos porque no podía hablar, fue muy impresionante porque el tubo que tenía en la garganta se zafa y sale mucha sangre de la boca, en esos momentos me sacaron de terapia intensiva y me dicen que me desmaye y dure horas así, pero yo no lo recuerdo”, precisa Vero.

Su batalla contra el cáncer.
En el año 2003 la vida de Verónica dio un vuelco de 360 grados, recibió una noticia que nadie espera, estaba desahuciada, un año antes había comenzado a tener dolores intensos en el rostro, pero tras los primeros estudios que le realizan a través de una radiografía le diagnosticaron sinusitis.
“Acababa de terminar la campaña para diputada, en febrero del 2002, empecé con el dolor, en ese entonces no había tac o resonancias, como hoy. Eran dolores muy fuertes, en las noches sobre todo gritaba del dolor”, señala. De ese entonces recuerda que su familia no sabía qué hacer en esos momentos y le llamaban a su hoy esposo, Jorge Reyes, en la madrugada él podía ir a su casa a ayudar en alguna crisis que podían terminar en el hospital para que le dieran morfina para calmar los dolores, medicamento que poco después resultaba insuficiente para acabar con los malestares.
Después de muchos estudios, se dan cuenta de que el cáncer que padecía era muy grave, por lo que no le dan esperanzas, sin embargo Vero no estaba dispuesta a rendirse, e inicia con quimioterapia en el Hospital Universitario en Monterrey, sin embargo no funciono, por lo que se traslada a Houston Texas, donde inicio otro tratamiento con iguales resultados, recibiendo en total 7 tipos de quimioterapias sin ningún resultado positivo.
“Cuando me dijo el doctor que me tenían que quitar el ojo, yo inmediatamente le dije sí, lo que sea pero quíteme este dolor”, esto junto la radioterapia, finalmente funciono, aunque reconoce que la radiación fue el tratamiento más doloroso que recibió en el trascurso de su enfermedad, “ para mí fue lo peor” reconoce, “fueron 6 semanas de radiación, era salir del departamento a las 4 de la para llegar 10 minutos antes de las 6 de la mañana y recibir 15 minutos de radiació quedarte inmóvil con una especie de mascara de metal sobre el cuerpo, y sentir la lumbre que me quemaba, salía corriendo para llegar al baño o al patio para vomitar, no podía comer, incluso el olor del aceite me provocaba nauseas”.
No fue posible una reconstrucción facial
A pesar de que en un inicio se pensaba en la reconstrucción facial, ese aspecto se tuvo que dejar de lado ya que la prioridad era salvarle la vida.
“Allá –en Estados Unidos- ya tenían el ojo, la mandíbula, y la ceja, pero no se dio porque mi situación era complicada, porque ellos lo hacen y quedas como si nada, pero por la gravedad, lo estético aunque estaba planeado, ya no se pudo, lo importante para los doctores era salvarme la vida”, precisa Verónica.
El proceso de curación fue de 4 años, de ellos un año y medio en hospitales, “Jorge estuvo conmigo día y noche, él me limpiaba con wipes -toallas húmedas-, me curaba las heridas, los doctores decían que era el mejor enfermero porque si una herida cicatrizaba bien era porque seguía las indicaciones al pie de la letra.
Fueron cerca de 18 operaciones quirúrgicas las que requirió, algunas de más de 20 horas, se alimentaba por sonda, y el deseo de comer o probar la comida era una parte de las cosas que más deseaba, “a veces que me visitaba una vecina a le pedía con señas que con el popote me diera unas gotitas de jugo de naranja cuando Jorge se volteaba”.
Un momento especial en su vida la ayuda a afrontar su nueva situación
“Desde niña me gusta arreglarme, de toda la vida, por eso hubo un momento después de que me dan de alta, cuando yo me vi en el espejo y que dije, hay canijo, me deprimí por mi aspecto, pero Jorge me ayudo bastante parecía que me leía la mente, siempre me decía, mira esa persona no puede caminar y tu si, sólo te falta un ojo, mira esa persona no puede usar las manos”.
Sin embargo a pesar de enfrentar con fortaleza el daño sufrido en su rostro, había momentos de tristeza y depresión, los que enfrentaba en silencio, pero poco a poco fue tomando conciencia de lo que podría significar su realidad para otras personas.
“Una vez que estaba en el hospital subiendo las escaleras, una conocida me ve y se acerca llorando y me abraza, me dijo, tú me salvaste la vida, yo pensaba suicidarme por ser diferente cuando vi tu caso en el hospital, y me diste fuerza, poco después otra persona hablo conmigo sobre su hermana que se había quemado años atrás y desde entonces no salía de su casa, pero al saber de mí, se decidió a salir de nuevo a la calle”, indica Vero como algunas experiencias que fueron ayudándola a superar las consecuencias de su cáncer, pero definitivamente el alivio vendría de forma inesperada.
“Yo tenía muchas dudas, si estaba realmente sana, si regresaría el cáncer, estaba triste por dentro, y cuando oraba eso le preguntaba a Dios", indica Vero, en ese entonces le pedían que fuera ver a una persona, cuando finalmente pudo ir fue recibida entre llantos y alegría, con un mensaje muy especial.
“Me dijo que tenía mucho queriendo verme, porque tenía un mensaje para mí, y me dice Dios dice que ya estas sana, que te levantes, que te eligió a ti porque sabía que vencerías a esta enfermedad, todas las dudas que yo tenía, todo lo que yo en oración preguntaba a Dios, esa persona me lo contesto, parecía que le había una lista de mis preguntas, yo me sentí orgullosa al salir de ahí, sintiéndome feliz y eso fue lo que definitivamente me ayudo, de ahí para acá le di vuelta la página de mis dudas y miedos.
Y aunque nunca se ha sentido discriminada acepta que su aspecto puede asustar a algunas personas, “cuando era regidora, que iba a escuelas, algunas compañeras mías se apenaban si escuchaban que me decían algo de burla o si los niños se asustaban, pero yo empecé a contarles historias a los pequeños, sobre cómo me había pasado esto les decía que de niña había sido muy traviesa y un día corriendo me tropecé y me caí en una piedra, y ahí ellos después me hablaban y me decían que les contara mi historia a otros niños, es algo que acepte y supere”.
Disfrutar cada momento
Hoy en día Vero está sana, y con una energía inagotable “yo le dije al doctor muchos años después, doctor, tengo una duda, ¿qué me pusieron? porque no me canso”.
“Soy bien tragona", reconoce alegre, y ahí puede ver otro regalo de Dios, el adquirir la sensibilidad de los sentidos perdidos, como el degustar la comida, en un principio y por mucho tiempo yo no sentía el gusto de la comida ni tampoco podía oler, porque yo respiro por la boca, pero sabes que con el tiempo lo único que puedo oler es la comida”.
Vero confiesa que algo básico para esa tremenda fortaleza que demuestra es su fe en Dios, “Yo soy una mujer creyente de Dios, yo todo lo que hago, todo lo que quiero, y siento lo pongo en manos de Dios, y lo acepto si se dio o no se dio, pero tienes que disfrutar todo, lo que tienes, lo que eres, la situación en que te encuentras, tienes que disfrutar, cada momento.
Esta forma de pensar aunado al cariño de la gente que día con día se acerca a ella para darles las gracias por algo, o la abrazan con afecto son su medicina diaria.
Vero nos comparte un sueño más, el deseo de ser madre, lo cual espera con emoción y comparte con su marido.
Otro sueño, es poder participar en la contienda política como candidata a Presidenta Municipal y aunque eso no se logre afirma que su compromiso social con la gente no termina, ya sea en un cargo público o en organismos civiles sigue trabajando consiente de que la participación ciudadana es elemental para el desarrollo de la comunidad, “las personas están deseosas de servir, es necesario volver a la gente, ser trasparentes y trabajar juntos”, puntualiza Vero.

www.fronteraenred.com/ Samara Del Toro.

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